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sábado, 25 de marzo de 2017

5 trucos para que los niños sean ordenados.

5 trucos para que los niños sean ordenados.

Educar para que sean ordenados es cuestión de crear un hábito y generalizarlo. Son muchos los beneficios que obtenemos al educar para que sean ordenados.

1. Involucrarse. Si bien a partir de cierta edad organizarse debe ser una responsabilidad del propio niño, los expertos afirman que ser capaz de hacerlo no es un don natural sino una habilidad que se adquiere con la práctica. Por eso, los padres deben formar parte del proceso hasta que el pequeño haya desarrollado esa habilidad.
2. No atribuir la desorganización a la pereza. A veces se cree que la falta de orden se debe a características como la pereza, la apatía o la irresponsabilidad. Sin embargo, el consejo es considerar la organización como una asignatura más, que se aprende y se mejora, como la lectura o las matemáticas. De ahí que se sugiera no reprender al niño ni enfadarse con él, sino alentarlo a que afronte el reto y mejore su rendimiento.
3. No centrarse en lo negativo. Los pequeños con problemas de organización a menudo están acostumbrados a recibir mensajes negativos del tipo “¿tanto te cuesta hacerlo bien?” o “si sigues así no llegarás a nada cuando seas mayor”. Aunque estos mensajes carezcan de mala intención, sí pueden tener resultados negativos: minan la autoestima de los menores. Es importante priorizar las palabras positivas con los niños y valorar su esfuerzo, incluso cuando no obtengan los mejores resultados.
4. No tratar de cambiar todo de una vez. Como ocurre con otras habilidades, adquirir la del orden es un proceso, un camino. Pretender que de repente el pequeño sea ordenado en todo lo que hace no es un objetivo realista. Lo apropiado es comenzar poniendo el foco en una determinada acción y centrarse en que la cumpla, sin poner tanta atención en lo demás. Cuando esa primera acción se haya incorporado, será momento de pasar a la siguiente.
5. No esperar a que mejoren las notas para premiar al niño. Muchos menores desorganizados están acostumbrados a que se les riña o a que se les recalquen cosas negativas cada vez que cometen un error, pero no a que les digan cosas positivas cuando hacen algo bien. Hay que procurar que tengan una recompensa (que no tiene por qué ser material) con cada pequeño logro: constituye la mejor motivación para seguir esforzándose y alcanzar nuevos objetivos.

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